La esquizofrenia despunta antes en los hombres que en las mujeres
La esquizofrenia puede despuntar a cualquier edad, aunque es raro que ocurra antes de la adolescencia. Hay diferencias de género en este sentido: los síntomas en los hombres aparecen antes que en las mujeres.
El director médico de la Clínica López Ibor, Ignacio Basurte, subraya las diferencias de género en la aparición de la esquizofrenia, de la que hoy se celebra el Día Internacional. También de la importancia de reconocer y tratarla en sus etapas más iniciales y de cómo abordarla.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la esquizofrenia afecta a unos 24 millones de personas en el mundo y se caracteriza por una destacada deficiencia en la forma que la persona percibe la realidad así como por los cambios de comportamiento, como la persistencia de ideas delirantes o de alucinaciones, entre otros.
Los síntomas
Los primeros síntomas, conocidos como “prodrómicos”, según Basurte, preceden a la manifestación plena de la enfermedad y pueden “ser sutiles”.
“Estos síntomas pueden incluir ligeros cambios en el pensamiento, la percepción y la interacción social. Puede haber signos neurológicos menores, como cambios sutiles en la coordinación motora o en la percepción sensorial”, explica.
A medida que la esquizofrenia avanza, estas señales pueden evolucionar hacia otras “más evidentes” como alucinaciones, delirios, pensamiento desorganizado, disminución en el rendimiento académico o laboral, retraimiento social y en el cuidado personal.
“Detectar y tratar estos síntomas en sus etapas iniciales es crucial, ya que puede influir significativamente en el curso evolutivo de la enfermedad”, insiste.
El género y la prediposición genética en la esquizofrenia
Por lo general, señala el psiquiatra, hay diferencias de género en la manifestación de la esquizofrenia. Los hombres tienden a mostrar síntomas en la adolescencia o a principios de la adultez, mientras que las mujeres pueden desarrollar síntomas un poco más tarde, en la adultez joven o incluso en la mediana edad.
En la López Ibor atienden a pacientes desde sus primeros episodios, enfocados, especialmente, en adolescentes y jóvenes adultos. Y existe una predisposición genética en la enfermedad, relata Basurte.
“Si bien no se puede atribuir completamente a la genética, tener un familiar de primer grado con esquizofrenia puede aumentar el riesgo. Estudios indican que la heredabilidad de la esquizofrenia puede ser tan alta como entre el 60% y el 80%”, subraya el psiquiatra.
Lo que significa, aclara, que “la gran mayoría” de la variabilidad en el riesgo de desarrollar esquizofrenia en la población puede atribuirse a factores genéticos.
Por ello, el experto hace hincapié en la importancia “crítica” de la genética en esta enfermedad y “el imperativo” de continuar la investigación en este área.
Pero además de la predisposición genética, hay factores ambientales que pueden contribuir al riesgo de desarrollar esquizofrenia.
“Éstos incluyen complicaciones durante el nacimiento, infecciones prenatales, consumo de drogas durante la adolescencia, entre otros. Es crucial entender que tener genes asociados con la esquizofrenia no garantiza que alguien desarrollará la enfermedad. El entorno, el desarrollo y otros factores también juegan un papel fundamental”, asevera Basurte.
La intervención
El abordaje de la enfermedad en la infancia “es multidisciplinario” y combina las intervenciones médicas, las psicológicas y el apoyo educativo.
Durante la adolescencia, los cambios hormonales pueden complicar el cuadro clínico, pero también es un momento crucial para la intervención.
“Hemos observado en muchos casos, un debut de patología dual, asociado al consumo de sustancias como el cannabis, lo cual requiere un abordaje especializado”, apunta el psiquiatra.
Hay tratamientos innovadores, con los antipsicóticos como “piedra angular” del tratamiento.
Recientes avances científicos en el campo de la esquizofrenia han brindado nuevas perspectivas para el diagnóstico y tratamiento de esta enfermedad.
De hecho, un estudio multicéntrico, liderado por la Escuela Icahn de Medicina de Mount Sinai, en Estados Unidos, ha descubierto que dos genes desconocidos hasta el momento pueden estar vinculados en la esquizofrenia. Hallazgos que podrían contribuir a la detección temprana y al desarrollo de terapias personalizadas.
Más investigaciones
Pero también hay investigaciones sobre las bases neurológicas y la relación con esta enfermedad. El fin es identificar alteraciones en ciertas regiones cerebrales y sistemas de neurotransmisores, de forma que se pueda allanar el camino para el desarrollo de terapias más precisas.
Asimismo, hay investigaciones sobre la comunicación bidirecciónal entre la microbiota intestinal y los trastornos psiquiátricos y neurológicos. Tanto es así que la salud intestinal desempeña “un papel importante” en el desarrollo de las enfermedades mentales como la esquizofrenia.
El estigma
La OMS recuerda que las personas que sufren esquizofrenia tienen el doble de probabilidades de morir de forma prematura que el resto de la población. Y suele ocurrir a causa de enfermedades físicas (cardiovasculares, metabólicas o infecciosas).
Además, estas personas a menudo, según la OMS, ven violados sus derechos humanos, tanto dentro de las instituciones de salud mental como en entornos comunitarios, ya que el estigma de estos pacientes es “intenso y generalizado”.
Fuente: EFE